Considerado un superalimento, aunque ahora es común encontrarlo en tiendas naturistas o propuestas gastronómicas, no siempre fue conocido a nivel mundial. El açaí está repleto de vitaminas, proteínas, fibra, aminoácidos, grasas monoinsaturadas saludables y se piensa que es hasta 30 veces más antioxidante que el vino tinto. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) lo cataloga como alimento vegetal con mayor poder antienvejecimiento gracias a su alto contenido nutricional.
Su éxito se ve reflejado en números; la Federación de Industrias del Estado de Pará (FIEPA) –estado brasileño que más consume y exporta la fruta–, informa que en la última década hubo un aumento significativo en las exportaciones de açaí. Años atrás se vendían al exterior no más de 40 toneladas, pero en 2020, el número aumentó y pasaron a ser 5937 toneladas. Solamente entre 2019 y 2020, el sector creció un 51%.
Específicamente, açaí es el nombre por el que se conoce al fruto de la palmera huasaí (Euterpe oleracea), una planta nativa del norte de Sudamérica que años atrás se encontraba solamente en zonas específicas y poco accesibles de la selva brasileña.
Dada su ubicación geográfica en la jungla amazónica se piensa, que desde los tiempos precolombinos, el açaí forma parte de la dieta diaria de los pueblos originarios de la zona.
Existe un fuerte mito popular que ronda el origen del fruto; el nombre açaí proviene de una palabra nativa de la cultura Tupi –pueblo indio que dominaba la costa brasileña antes de la llegada de los portugueses– y significa “fruta que llora”. El por qué del significado se retrotrae a una leyenda que sostiene que es una fruta nacida de lágrimas. Antes de que los barcos colonizadores llegaran a Brasil, la tribu Tupi vivía a orillas del río Amazonas y al aumentar su cantidad de integrantes, había menos comida para abastecerse. Al ver al pueblo morir de hambre, el jefe de la tribu, Itaki, ordenó que se sacrificara a todos los niños recién nacidos para mantener bajos los niveles poblacionales hasta que pudieran encontrar una fuente de alimento más abundante.
El cacique no hizo ninguna excepción a este decreto, y fue por eso que su hija Iaçã, que había dado a luz a un pequeño bebé, lloró durante días luego de perderlo. La joven oró a su dios para que le mostrara al jefe de la tribu alguna otra forma de salvar al pueblo. Una noche, Iaçã siguió el sonido de unos llantos y vio a su hijo al pie de una palmera; saltó hacia él pero el niño desapareció, por lo que Iaçã se derrumbó en llanto sobre la planta. Su cuerpo fue encontrado allí y su rostro se mostraba sereno.
COMO FAZ AÇAÍ 😱
Los ojos de Iaçã miraban hacia la copa de la palmera, que se encontraba llena de pequeños frutos oscuros. Los integrantes de la tribu treparon las palmas y recogieron las bayas para llevárselas a Itaki, quien vio aquello como una bendición de su dios y llamó al alimento açaí, que es el nombre de su hija escrito al revés.
De la selva amazónica al mundo 🌎
Su consumo se expandió por el mundo gracias al fenómeno de los smoothies y los bowls de frutas. Así apareció un nuevo vocablo: “açaí bowls”, una palabra que hace referencia a la combinación de las bayas de açaí machacadas en una consistencia cremosa y acompañadas por pequeñas frutas y granolas.
El alimento se volvió tendencia en países como los Estados Unidos, Inglaterra, Argentina y España, pero para los habitantes de la región indígena del norte de Brasil, lleva siglos siendo un infaltable en la dieta.
De color característico violeta, el plato se puso de moda, sobre todo entre quienes siguen un estilo de alimentación vegetariano/vegano, que aprovechan lo estético del plato para fotografiarlo y compartirlo en redes sociales.
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Açaí: los beneficios de su consumo
Además de tener un gusto dulce y fresco, su consumo aumenta diariamente en consecuencia de la gran divulgación profesional sobre sus beneficios para la salud.
1. Protector del corazón
Varios estudios longitudinales informan que el riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad por todas las causas disminuye cuando las personas tienen un alto consumo de fibra en su dieta diaria.
La licenciada en Nutrición y directora de Nutrim, Mariana Patrón Farias, destaca que los beneficios del consumo están mayormente asociados a su contenido en antocianinas –pigmentos vegetales solubles en agua– que tienen propiedades vasodilatadoras que favorecen el control de la presión arterial y disminuyen la probabilidad de formar trombos. “Todo esto demuestra que cuida el sistema cardiovascular”, agrega.
El Centro Nacional de Salud Complementaria e Integrativa de EE.UU. (NCCIH) señala que el consumo de bayas de açaí puede ayudar a reducir los niveles de colesterol y azúcar en sangre en personas con exceso de peso.
2. Afrodisíaco
Matías Marchetti, licenciado en Nutrición y autor de libros sobre vida sana, señala que se considera a este fruto como afrodisíaco –sustancia que incrementa el deseo sexual entre las personas– ya que contiene fitoestrógenos, que son unas sustancias vegetales que imitan la acción de las hormonas femeninas.
También se estima que ayuda en la fertilidad ya que, según estudios preliminares realizados por el CCRM –instituto líder de la industria en tratamientos de fertilidad, investigación y ciencia– el açaí podría mejorar significativamente los resultados de las mujeres que se someten a fertilización in vitro (FIV).
3. Antioxidante aliado del cerebro
Según la licenciada Patrón Farias, a las bayas de açaí se las puede entender como “un superalimento” dado que tienen un fuerte aporte nutritivo y cumplen funciones antiinflamatorias gracias a su gran contenido de antioxidantes que protegen de los radicales libres que pueden dañar las células.
“Tiene una alta concentración de polifenoles y antocianinas que son los agentes antioxidantes que le dan ese color morado”, agrega. Esta propiedad innata del fruto amazónico está asociada principalmente a actividades antioxidantes, antiinflamatorias y antiproliferativas.
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“Su valor nutricional no se limita solamente a su aporte en antioxidantes; también hay que saber que es fuente de energía, fibra, minerales y ácidos grasos. Por ello se lo considera un alimento funcional que ayuda a la prevención de diversas enfermedades degenerativas”, enfatiza Patrón Farias.
Frente a esto, Marchetti añade que las bayas de açaí tienen un efecto neuroprotector: protegen las neuronas del daño causado por el estrés oxidativo y la inflamación. “Esto es algo positivo porque implica la mejora de la memoria, el aprendizaje y la función cognitiva”, explica.
Conseguir açaí, ¿misión imposible?
“Conseguir las bayas frescas es una tarea casi imposible en Argentina. Sin embargo, sí es más accesible comprar su pulpa congelada en dietéticas, más que en verdulerías. También es común encontrar el fruto en versión deshidratada o en polvo, que se vende como suplemento dietario”, resalta Patrón Farias.
En sintonía con lo mencionado, Marchetti sostiene que estas bayas son difíciles de conseguir porque se cultivan en lugares lejanos y se echan a perder muy rápido. “Por eso, se suelen exportar en forma de pulpa congelada, polvo seco o jugo. Y son fáciles de conseguir por internet, pero un factor a tener en cuenta es que suelen tener un precio elevado”, dice.
Consumo 👩🍳
Patrón Farias sugiere que en caso de comprar la pulpa congelada, se debe revisar la fecha de envasado y tener en cuenta que el tiempo máximo de conservación en freezer es de tres meses.
“Con la pulpa se pueden hacer licuados o diluir con limón para preparar una bebida natural. También se la puede sumar en postres como cheesecake o agregar sobre un yogur natural y añadirle granola o frutos secos para potenciar su poder”, aconseja.
En lo sucesivo, Marchetti dice que la dosis diaria recomendada para consumir el açaí depende del tipo de producto que se elija y del peso corporal de cada persona. “En general, se recomienda consumir entre 10 y 30 gramos de polvo seco o entre 100 y 300 mililitros de jugo al día”, sugiere.
Finalmente, ambos especialistas advierten que su ingesta debe ser evitada en los siguientes casos: personas alérgicas a las bayas de açaí o a alguno de sus componentes; quienes tomen medicamentos anticoagulantes, antihipertensivos, antidiabéticos o inmunosupresores; y en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.