Según un estudio realizado en Corea del Sur, las personas que han dejado de fumar y empiezan a vapear tienen más probabilidades de desarrollar cáncer de pulmón que las que no vapean.

“Se trata del primer estudio a gran escala que demuestra el aumento del riesgo de cáncer de pulmón en los usuarios de cigarrillos electrónicos tras dejar de fumar”, afirma Yeon Wook Kim, director del estudio en el Hospital Bundang de la Universidad Nacional de Seúl.

Riesgo de cáncer de pulmón

Los investigadores examinaron a 4.329.288 personas de Corea del Sur que fumaban de forma convencional. Realizaron mediciones en dos momentos: el período comprendido entre 2012 y 2014, y en 2018. Además, hicieron un seguimiento en diciembre de 2021.

En el momento de hacer balance del seguimiento, los investigadores hallaron que 53,354 individuos habían desarrollado cáncer de pulmón y 6,351 habían muerto de cáncer de pulmón en el período intermedio.

Los exfumadores de cigarrillos que se aficionaron a los cigarrillos electrónicos presentaban un mayor riesgo de diagnóstico de cáncer de pulmón y de muerte relacionada con el cáncer que los exfumadores que habían dejado de fumar y habían evitado también los cigarrillos electrónicos.

“Nuestros resultados indican que, al integrar las intervenciones para dejar de fumar con el fin de reducir el riesgo de cáncer de pulmón, deben tenerse en cuenta los daños potenciales del uso de cigarrillos electrónicos como alternativa a fumar de manera tradicional”, dice Kim.

¿Son los cigarrillos electrónicos menos nocivos que los cigarrillos de tabaco?

Los cigarrillos electrónicos calientan un líquido que se convierte en vapor que se inhala. A veces contienen tabaco, que es la principal parte nociva de los cigarrillos que provoca cáncer.

Sin embargo, los cigarrillos electrónicos contienen otras sustancias químicas potencialmente nocivas, aunque en niveles más bajos que los cigarrillos de tabaco.

“Entre las sustancias químicas peligrosas que se encuentran en los productos de vapeo y que pueden dañar los pulmones se encuentran la acroleína, el formaldehído, el diacetilo y partículas ultrafinas que pueden inhalarse profundamente. Los productos de vapeo también pueden contener metales pesados como el plomo”, destaca Ashley Merianos, profesora asociada de la Universidad de Cincinnati (EE.UU.).

Muchos profesionales y organizaciones sanitarias creen que los cigarrillos electrónicos son sustancialmente más seguros que fumar tabaco. El vapeo también se recomienda como herramienta para ayudar a dejar de fumar cigarrillos.

Según los expertos, los cigarrillos electrónicos son seguros a corto y medio plazo, pero es poco probable que estén exentos de riesgos a largo plazo.

Merianos afirma que existen muchas incógnitas sobre el vapeo, especialmente en lo que respecta a los efectos a largo plazo sobre la salud.

“Hay indicios incipientes de que el vapeo puede estar relacionado con problemas pulmonares, como el asma. Además, los limitados estudios de que disponemos indican que la exposición pasiva a los aerosoles está asociada a síntomas y enfermedades respiratorias”, declara Merianos a DW, añadiendo que era posible que la exposición pasiva a los aerosoles de los productos de vapeo también fuera perjudicial.

¿Causan cáncer los cigarrillos electrónicos?

Los líquidos de los cigarrillos electrónicos pueden contener concentraciones muy bajas de numerosas sustancias químicas que se sabe que provocan cáncer. Un consumidor habitual puede inhalar estas sustancias químicas varias veces al día, todos los días, durante muchos años.

Pero, ¿hay pruebas de que el vapeo provoque directamente cáncer? No, en realidad no. Actualmente se desconoce qué grado de exposición es suficiente para causar cáncer.

Por un lado, hay estudios que demuestran que el vapeo a corto plazo, durante menos de dos años, no está asociado a un aumento de los diagnósticos de cáncer.

Pero este último estudio de Corea del Sur es uno de los más recientes que indican que los cigarrillos electrónicos pueden aumentar el riesgo de desarrollar cáncer en etapas posteriores de la vida, al menos para las personas que solían fumar cigarrillos convencionales.

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