Estados Unidos será en un futuro próximo un país de minorías. Se espera que en 2060 los blancos no hispanos ya supongan menos de la mitad de la población. Es una realidad que dibujan las estadísticas, y la peor pesadilla de Donald Trump, que sueña con “hacer América grande otra vez” —como dice su eslogan más famoso—, expulsando del país a millones de inmigrantes. Para eso, el republicano tendría que ganar las elecciones el próximo noviembre. Y para ello necesita el apoyo de millones de latinos. Esa idea, que parece un contrasentido, tal vez no lo sea tanto. Muchos hispanos, marcados desde su origen por férreos valores conservadores y más preocupados hoy por su bolsillo que por la frontera, están dispuestos a votar por él. La figura populista y xenófoba de Trump se ha normalizado en gran parte del país, y los latinos —la mayor minoría estadounidense con más de 62 millones de personas— no son una excepción.
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Guiomar del Ser