La evolución de la industria a través del tiempo trajo una enorme cantidad de avances y consigo aparecieron las plataformas llamadas modulares, capaces de ofrecer múltiples posibilidades. Se trata de estructuras multifacéticas que sirven de base para desarrollar vehículos de tamaño, distancias entre ejes y formatos de carrocerías diferentes.

Así, una compañía puede hacer varios desarrollos para atacar diversas categorías manejando un costo mucho más lógico, más sustentable en escala. Hay una considerable cantidad de ejemplos en la industria, tal es el caso de la MP que sirvió de base para Cronos y Argo y que, con unos reajustes, a Stellantis le sirvió para dar vida a la MLA, de la cual surgieron Pulse y luego Fastback, este nuevo modelo que la marca italiana incorpora a su portfolio local, casi dos más tarde de lo que originalmente estaba planeado.

Finalmente, el disruptivo SUV producido en Brasil se presentó a la prensa especializada en la hermosa provincia de Salta y ya empieza a llegar a la red de concesionarios en dos versiones: Turbo 270 AT6 y Abarth Turbo 270 AT6. Una más convencional y otra más picante y sugerente desde la deportividad.

Silueta entre familiar y jugada

Tomando entonces como base el Pulse, los diseñadores trabajaron en dotarlo de una personalidad más sugerente y atrevida, estilo que consiguieron con el portón trasero alargado e inclinado al mejor estilo coupé, a partir de la inclinación del pilar “C”, propio de las carrocerías catalogadas con el nombre elegido para este modelo: Fastback. Queda claro que éste el punto central de la discusión entre los que aprueben el diseño y los detractores del mismo.

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La parte delantera es prácticamente idéntica a la de Pulse Abarth, tanto por formato de la parrilla –aunque con entramado y terminación diferentes- como por los faros LED estilizados y el paragolpes, incluidos los proyectores antiniebla en la zona baja. La zona inferior de la trompa con la rejilla de entrada de aire, los plásticos que desde allí siguen para bordear los pasos de rueda, también cubren los zócalos y terminan en los bajos del paragolpes trasero, manteniéndose casi inalterados más allá de algún sutil retoque.

Las miradas indefectiblemente van hacia el mencionado sector posterior, ya que sin dudas es el que marca la diferencia, por su formato y robustez, el cual guarda un cierto parecido al remate del X6 de BMW. Las ópticas finitas y alargadas de ese sector (mitad en el lateral y mitad en el portón) y las llantas, que son de 18 pulgadas, completan la imagen.

La variante Abarth se diferencia por una serie de toques y terminaciones: el logo del escorpión en trompa y laterales, el aplique símil fibra de carbono en el labio superior de la parrilla, el paragolpes posterior, el spoiler trasero (en el borde del portón) en negro piano, las llantas negras (más livianas y con diseño multirrayo), y la doble salida de escape, entre lo más destacado. En ambos el techo viene en color negro.

Un turbo conocido

El propulsor elegido para Fastback es el turbo 1.3 litros de 175 CV y 270 Nm de torque, el mismo que utilizan Jeep Renegade, Compass y Commander, la Fiat Toro y el Pulse Abarth; y la transmisión es automática de seis marchas con convertidor de par y levas al volante. La variante Abarth tiene una calibración diferente para la caja que estira las relaciones para lograr un estilo de manejo más deportivo y cuenta con la tecla “Poison” en el volante para actuar sobre la respuesta de motor y caja al momento de requerir mayor agresividad en el desempeño. Esta versión más radicalizada también presenta diferente configuración de suspensiones, frenos y sistema de escape, todo en sintonía sport, incluso el modo en que gestiona el torque.

Interior cómodo, equipamiento correcto y baúl enorme

El habitáculo también presenta piezas ya vistas en Pulse, de ahí que la configuración general resulta algo familiar. La habitabilidad bien lograda, con cómodas butacas cubiertas en cuero ecológico, una más que correcta postura al volante gracias al ajuste en altura del asiento (queda algo elevado incluso en la posición más baja) y al doble reglaje del volante, ya garantizan una agradable vida a bordo.

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La primera impresión es buena: la calidad de terminaciones y materiales transita el promedio de lo acostumbrado en la industria regional. En cuanto a los elementos que lo integran, vamos a encontrar muchas piezas ya vistas en el Pulse. El tablero digital y configurable de 7″, un ítem que cumple por la claridad de la información y el caudal de la misma, con diferentes gráficas, como la de la insignia Fastback que da la bienvenida cuando se pone en marcha el vehículo, y colores que cambian, por ejemplo, a rojo cuando se activa la nombrada tecla Sport, que es la símil “Poison” para la versión más civilizada del Fastback, con la hicimos este primer contacto.

La consola central elevada que incluye freno de estacionamiento eléctrico marca una diferencia con el modelo de origen, al igual que en determinadas molduras y terminaciones de asientos y puertas. La protagonista del panel frontal es la generosa pantalla 10,1 pulgadas del multimedia con navegador nativo, compatible con Android Auto y Apple CarPlay inalámbricos, que brinda rapidez en el manejo y una elogiable definición, además de las imágenes de muy buena calidad que envía la cámara cuando se conecta la reversa. Encendido por botón, climatizador de una zona, cargador inalámbrico de celular, espejo electrocrómico y control de velocidad crucero, figuran en el listado. La versión Abarth se diferencia por las costuras en rojo, el insecto venenoso estampado en respaldos, y los indicadores extra del instrumental como medidor de presión de turbo y de fuerza G, entre otros detalles.

Las plazas traseras –con salida de aire disponible- ofrecen espacio más que suficiente para las piernas, aunque no tan holgado para las cabezas debido a la pronunciada caída del techo. Los que superen el metro ochenta seguramente sentirán este limitante. El baúl es el aspecto más sobresaliente del rubro capacidad, ya que son 600 los litros disponibles para la carga, con el plus de una boca de acceso enorme y alta. Debajo de la alfombra viaja una rueda de uso temporal, siempre destinataria de una objeción.

El rubro seguridad incluye cuatro airbags (curioso es que no traiga bolsas de cortina), monitoreo de presión de neumáticos, controles de tracción y estabilidad, además de ganchos Isofix. Ambas configuraciones cuentan con una terna de asistencias a la conducción Nivel 1: frenado autónomo de emergencia, sistema de mantenimiento de carril (alerta y corrige) y luces altas automáticas.

Primeras impresiones de manejo

La configuración del esquema de suspensión se realizó poniendo el foco en el confort, eso queda claro en todo momento, más allá del perfil algo escaso de los neumáticos. En general, el Fastback ofrece un andar agradable, siendo suave en ciudad y bastante firme en ruta. Al tomar velocidad saca a relucir la eficiencia de la dirección de asistencia eléctrica, una apropiada estabilidad en los tramos rectos, y algunas leves inclinaciones en curva, donde evidencia alguna subvirancia ante el exceso de velocidad. En general lo notamos obediente y seguro. El trayecto entre Salta capital y Cafayate no permitió hacer pruebas de aceleración o frenado a fondo ya que se hizo en ruta abierta, compartiendo el tránsito habitual, pero bastó como para tener una primera impresión. Se lo nota aplomado ante el requerimiento del acelerador, mientras que la caja automática acompaña con relaciones acordes, aunque con algo de pereza si se pisa con decisión el pedal derecho.

Más allá del veredicto regido en base al gusto por el diseño, queda a la vista que estamos ante un vehículo disruptivo entre las marcas generalistas, que no pasa inadvertido. Un auto moderno por su concepción y dotación, que tiene a la potencia y la notable capacidad de carga como banderas. Inicialmente tendrá al VW Nivus como principal rival y más adelante competirá con el Basalt, su primo de Citroën. Eso es lo que viene a proponer Fiat con el Fastback, que está llegando a los concesionarios a $31.500.000 en esta versión Turbo AT6 con la que La Nación tomó contacto en tierras salteñas.

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