El comienzo de la Liga Profesional se mezcla con el recorrido internacional para San Lorenzo y Lanús. El estreno local coincidió con una jornada prácticamente definitoria en la aventura de las Copas: el Ciclón cayó con Riestra, aunque se revitalizó con la victoria agónica sobre Liverpool (3-2), que sostiene la esperanza de clasificarse para los octavos de final de la Copa Libertadores. El Granate perdió con Independiente Rivadavia, pero más tarde vapuleó 5-0 a Metropolitanos (Venezuela) y se aseguró un lugar en los playoffs de la Copa Sudamericana. Un campeonato de largo aliento –serán 27 fechas- ofrece múltiples oportunidades, aunque un inicio sin resultados positivos provoca dudas, desanima y genera un clima de malestar e intranquilidad. Salirse de esa espiral negativa era el reto de los dos en el Nuevo Gasómetro: con el empate 1 a 1 quedaron a mitad de camino, aunque las mejores sensaciones fueron para San Lorenzo.

El resumen del empate

No se demoraron en especulaciones. Remates en el travesaño de Felipe Peña Biafore y de Elián Irala, un par de tiros libres de Cristian Ferreira y un disparo de media distancia de Agustín Giay que hicieron revolcar a Alan Aguerre, señales de la búsqueda. Lanús, que se insinuó menos, tiene a un futbolista que se enciende ante San Lorenzo: Walter Bou. Avisó al capitalizar un descuido de Gastón Campi, aunque falló en la definición; en la segunda, fue impiadoso: leyó un mal pase lateral del colombiano Jhohan Romaña, cortó la trayectoria de la pelota, encaró el área, se tomó un tiempo para elegir dónde colocaría la pelota ante la salida de Gastón Chila Gómez y desató el nudo. Fue el 14° festejo del goleador en el año –seis en la Copa Sudamericana- y quinto, con tres camisetas diferentes, al Ciclón: uno con Boca (2016), otro con defensa y Justicia (2022) y tres –en los dos últimos juegos, este año- con la camiseta color granate. ¿Una curiosidad? Todos en el mismo arco.

La figura de Bou se emparenta con el gol, pero en el esquema que diseña el Ruso Zielinski, tiene la habilidad y libertad para retroceder para enlazar con Marcelino Moreno o recostarse sobre las bandas para asociarse con Ramiro Carrera o Favio Álvarez; Peña Biafore, otro estandarte que hizo del despliegue y la conducción sus virtudes. San Lorenzo falló en los pases y los argumentos de desequilibrio –Ferreira, con su visión y pegada; Alexis Cuello e Iván Leguizamón en el mano a mano- alternaron buenas y malas; el artillero Adam Bareiro no encontró espacios ni quienes lo abastecieran, y las escaladas de Giay y Malcolm Braida no eran profundas.

Sin claridad para atacar en el inicio del segundo tiempo, San Lorenzo empezó a modificar piezas: diseñó un doble 9 con el ingreso de Cristian Tarragona, Nahuel Barrios –debe renovar el vínculo, al igual que Braida y Gonzalo Luján- se adueñó de la franja izquierda y Ferreira se desdobló entre la figura del conductor y una rueda de auxilio para Eric Remedi, el único volante de contención que dejó en el campo el DT Leandro Romagnoli. Lanús, peligrosamente, acumuló amonestados –seis de los jugadores titulares vieron la tarjeta amarilla-, una situación que condicionó la pulseada por el control de la pelota y una aparición ofensiva de Campi lo desequilibró: el zaguero se asoció con el Perrito Barrios, asomó como extremo y lanzó un pase atrás para Ferreira, que con un ajustado remate doblegó a Aguerre.

Emocional y futbolísticamente, con la igualdad, el Ciclón se infló, empujó, pero no le alcanzó ni con la elaborada última jugada en la que el arquero Aguerre le ahogó el festejo a Tarragona; Lanús, a esa altura, no descubría a Bou para lastimar y Peña Biafore batallaba en soledad; sin sociedades y sin la pelota, se aferraba a resistir.

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