El encanto de los lugares pequeños y la promesa de una vida idílica en California han atraído a muchos estadounidenses en busca de un cambio de escenario. Sin embargo, no todas las historias de mudanza tienen un final feliz. Este es el caso de una mujer que compartió su experiencia al mudarse a Grass Valley, una pequeña localidad en el norte del Estado Dorado. Lo que inicialmente parecía ser una oportunidad emocionante, se convirtió en una situación desafiante y decepcionante.
Jaime Alexis Stathis, una periodista independiente, compartió su mala experiencia en un artículo para Business Insider, donde narró los detalles de su fallida mudanza a Grass Valley, en el norte de California. Oriunda de Connecticut, la periodista había viajado y vivido en varias partes del país, siempre en busca del lugar perfecto. En 2017, vivía en Missoula, Montana, junto a su pareja, Martín, cuando una oportunidad nueva se les presentó.
El sueño de vivir en Grass Valley, California
La mujer había viajado extensamente por Estados Unidos y se había enamorado de la idea de vivir en Grass Valley tiempo atrás, en 1997, según su relato. La oportunidad de mudarse a California surgió en 2017 cuando a Martín, su pareja, le ofrecieron un trabajo que requería vivir a unos 96 kilómetros de Sacramento. La ciudad pequeña del norte del Estado Dorado parecía el destino ideal.
“Durante años soñé con vivir en Grass Valley. La ciudad del norte de California parecía tan encantadora”, comentó Stathis en su artículo. “He viajado mucho y a menudo paso por algún lugar y pienso: ‘Podría vivir aquí’. Este sitio fue uno de esos lugares para mí”, agregó.
Con su nuevo trabajo en puerta, la pareja decidió mudarse con la esperanza de que el resto de su vida se acomodaría por sí sola. El encanto del lugar, su comunidad artística, la arquitectura pintoresca y su proximidad a destinos atractivos como Berkeley, el lago Tahoe y la región vinícola, parecían ofrecer el escenario perfecto para una nueva vida.
El alto costo de vivir en Grass Valley, California
La realidad de vivir en Grass Valley resultó ser muy diferente de las expectativas. Uno de los primeros obstáculos que enfrentaron fue el alto costo de vida de California. El estado se ubica como el tercero más caro de Estados Unidos, con un índice de costo de vida de 142,2, significativamente por encima del promedio nacional, según World Population Review. Este alto costo se refleja especialmente en el mercado inmobiliario, donde el precio medio de una vivienda unifamiliar es de US$683.996, más del doble del promedio nacional de US$273.992.
En Grass Valley específicamente, el costo de vida es aproximadamente un 38,2% más alto que el promedio nacional, con un precio medio de vivienda de US$497.400, de acuerdo con los datos proporcionados por Best Places. Además, los ingresos medios en la región son un 53,7% inferiores al promedio, lo que representa un desafío económico considerable. Para Jaime Stathis, quien trabajaba como masajista terapéutica, mudarse también significó una reducción significativa en sus ingresos, ya que su nuevo trabajo pagaba aproximadamente la mitad de lo que ganaba en Missoula.
Esto supuso un shock para la pareja, que se encontró con una paga del doble de alquiler en comparación con su anterior residencia en Montana. La búsqueda de una casa para comprar también resultó desalentadora, porque las opciones asequibles a menudo requerían importantes renovaciones o se encontraban en áreas remotas sin acceso a internet o cobertura celular.
Un estilo de vida inconveniente
Más allá de los desafíos financieros, la vida cotidiana en este destino presentó una serie de inconvenientes inesperados. La periodista describió que Grass Valley “era un lugar incómodo para vivir” al citar la falta de servicios y comodidades a las que estaba acostumbrada. Las tiendas locales, aunque pintorescas, estaban principalmente orientadas a los turistas, mientras que los supermercados eran pequeños, caros y mal abastecidos.
La pareja se encontró viviendo en lo que la periodista denominó un “desierto sanitario”, por lo cual tenían que viajar más de una hora para llegar a citas médicas básicas. El clima de la región también jugó un papel importante en su experiencia negativa. Grass Valley experimenta veranos extremadamente calurosos, con temperaturas que rondan los 38°C (100°F) durante semanas, e inviernos húmedos y lluviosos, según el relato de Jaime Stathis.
Además, la amenaza constante de incendios forestales se convirtió en una preocupación diaria. Apenas seis meses después de su mudanza, uno de los incendios más destructivos de la historia de California ocurrió a menos de 80 kilómetros de su hogar, lo que llevó a la periodista a mantener siempre lista una mochila de emergencia.
La discordia social en Grass Valley, un factor determinante
Quizás el aspecto más desafiante de la vida en este destino resultó ser el entorno social. “Grass Valley y la vecina Nevada City tienen una población combinada de menos de 20.000 habitantes y mucha diversidad política, económica y cultural”, detalló. Esta mezcla incluye desde descendientes de mineros de la fiebre del oro hasta jubilados adinerados del sur de California, liberales del Área de la Bahía, cultivadores de cannabis, asistentes al festival Burning Man y, según la periodista, incluso supremacistas blancos.
Esta diversidad, que en teoría podría enriquecer la vida comunitaria, en la práctica generó tensiones significativas. La mujer describió cómo, especialmente durante el turbulento año 2020 debido al Covid-19, el lugar se vio afectado por protestas, crímenes de odio y violencia.
Después de dos años y medio de vivir esta experiencia, la pareja tomó la difícil decisión de abandonar Grass Valley y California por completo. Stathis reflexionó sobre su experiencia, y concluyó que algunos lugares son mejores para visitar que para vivir. “Ahora vivo en New England, cerca de mis raíces”, finalizó.