“Nunca usé el título de condesa, no me interesa. Mi madre era campesina, nació súper pobre. Agradezco tener esa doble perspectiva” dice encogiéndose de hombros Paola Marzotto, vestida con jeans a bordo del rompehielos ARA Almirante Irizar. Allí exhibirá desde el jueves hasta el domingo las fotografías que tomó junto a Lorenzo Poli el año pasado, durante un viaje de casi un mes que los llevó hasta la Antártida en el buque de la Armada Argentina.

En ese plazo, la hija del fallecido conde Umberto Marzotto –dueño de una empresa familiar que adquirió marcas como Hugo Boss y Valentino- compartió con otras pasajeras un pequeño camarote con cuchetas. Convivió con más de trescientas personas en esa suerte de edificio móvil que mide más de una cuadra de largo, se eleva a 25 metros sobre el nivel del agua y tiene 13 cubiertas además de quirófano, consultorio odontológico, sastrería, peluquería, lavadero y gimnasio. Y retrató a los integrantes de la tripulación, que incluye a gran cantidad de mujeres, además de registrar la entrega de provisiones a los habitantes del fin del mundo.

“Mirá, mirá”, dice ahora mientras saca con velocidad el teléfono para retratar a dos jóvenes marineros que lustran una campana mientras escuchan música. Aunque el barco ya se encuentra anclado en el apostadero naval de Puerto Madero, y su muestra está en pleno montaje, ella no parece desconcentrarse ni un segundo de la tarea que la trajo hasta el puerto de Buenos Aires. Y que continuará hasta el año próximo, cuando presente sus fotografías artísticas de paisajes helados.

O paisajes que se derriten, en realidad. Eso comprobó desde que su hijo Carlo viajó a la Antártida en 2013 y le recomendó visitar el continente blanco, consejo que siguió en 2020. Entonces registró todo con su iPhone, a bordo del National Geographic Explorer; mostró al año siguiente esas imágenes en la Bienal de Arquitectura de Venecia, y en 2022 en la Legislatura porteña. Regresó en marzo de 2023 con una cámara Canon, y lo que encontró no fue alentador.

“No tengo muchas fotos de icebergs porque no hay. La temperatura era de dos grados y nunca el rompehielos tuvo que cortar el hielo. El Titanic no se hubiera hundido ahora. Esto es lo que está pasando, y es gravísimo”, advierte Marzotto al anticipar a LA NACION en exclusiva sus tomas más poéticas, que aún no está dispuesta a presentar en público.

“No creo en el resultado si no hay mucho trabajo atrás”, agrega con firmeza esta mujer de 68 años, que parece haber vivido varias vidas. Por eso no le gusta que los medios la presenten como “la consuegra de Carolina de Mónaco”. Ya que si bien su hija, Beatrice Borromeo, está casada con Pierre Casiraghi, Marzotto es mucho más que eso: además de estudiar antropología y psicología, fue periodista y fotorreportera, se involucró en la política de su país y fundó Eye-V Gallery, proyecto internacional que impulsa la obra de fotógrafos que considera “embajadores de la naturaleza”. Entre ellos varios argentinos, como Silvana Muscio, Roberto Riverti y Vicky Aguirre.

Su vínculo con este país, donde tiene un departamento en el que pasa hasta cuatro meses al año, es tan fuerte que incluso pensó en ayudar a impulsar un partido político que defienda a los animales y el medioambiente. “El problema es que aquí hay tiempos complicados”, dice en un castellano casi perfecto, y aún abierta a la idea de poder lograrlo.

Sabe de lo que habla: tenía apenas 19 años cuando viajó a las Cataratas del Iguazú y regresó a dedo a Buenos Aires con una amiga; al año siguiente se formó con el director de teatro polaco Jerzy Grotowski en el Centro de Arte y Comunicación (CAyC), hizo café concert en la Patagonia y se fue días después del golpe de Estado de 1976. “Estábamos en una avenida y llegaron los tanques de guerra, y nos apuntaron con sus armas. Todos los que estábamos en la calle nos paralizamos”, recuerda.

Nada de eso empañó sin embargo aquel enamoramiento que había comenzado de chica, cuando coleccionaba estampillas que le traía su padre. “Tucanes, cataratas y el retrato de Evita: eso era la Argentina entonces para mí, un lugar exótico”.

Tan exótico como el ambiente artístico en el que se movía su madre, Marta, musa y amante del pintor Renato Guttuso. “Era amigo íntimo de Picasso, a quien no llegué a conocer. Pero sí a otros artistas, como Balthus, y a mucha gente del cine”. Tenía veinte años cuando fotografió el set de filmación de Apocalipsis Now, de Francis Ford Coppola, en Filipinas.

Hoy vive entre la Argentina, Uruguay, Italia, Francia y España, donde impulsa un concurso de fotografía junto con la Universidad Politécnica de Madrid. En su búsqueda artística recaló también en Malasia, y descubrió allí que la jungla está desapareciendo como consecuencia de las plantaciones de palmeras para producir aceite de palma.

“No soy una ambientalista, soy una hiperactivista –dice–. Porque no es el momento de aportar un granito de arena, sino de luchar por un cambio. Y lo intento de una forma diferente a otros, más poética, porque si no el mensaje no llega. Quiero mostrar lo lindo de la naturaleza, que hay que cuidarla es un mensaje implícito. Es inútil predicar”.

Para agendar:

ARA Almirante Irízar, Misión a la Antártida. Muestra fotográfica de Paola Marzotto y Lorenzo Poli desde el 16 al 19 de mayo, de 14 a 18 en el Apostadero Naval (Av. Antártida Argentina 1489). Desde el 22 de mayo hasta el 4 de junio el Edificio Libertad, (Comodoro Py 2055), de 9 a 15. Entrada gratis.

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