El economista Javier Ortiz Batalla sucedió a Federico Sturzenegger y a Rogelio Frigerio como presidente del Banco Ciudad, cargo que ejerció entre 2016 y 2020. Fue subsecretario de Programación Macroeconómica durante el segundo gobierno de Carlos Menem. En el sector privado, fue vicepresidente de Massalin Particulares, afiliada de Philip Morris Internacional. Durante tres años, además, fue economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Es el actual presidente del BiBank (ex Banco Interfinanzas), cuyos principales socios son Fabio Calcaterra, Hugo Meglioli, Jorge Ruival e Ignacio Sáenz Valiente. También es autor del libro La economía de Perón, junto con Gerardo Della Paolera, Laura D’Amato y Roberto Cortés Conde.

–¿Qué análisis hace de la primera parte del año?

–Los méritos de Javier Milei han sido muy importantes. Logró un cambio en el rumbo correcto, porque el anterior nos llevaba a una fuerte crisis, aún muy superior a la que teníamos. Había una economía muy distorsionada, llena de controles, con un sistema económico que regía básicamente desde los años 40 y que había tocado su fin. El agotamiento de ese modelo, junto con el año 2020 y el encierro, son el tipo de eventos muy importantes que generan cambios drásticos en la economía. Ocurrió con [Juan Domingo] Perón, que es un producto de la crisis del 30; ocurrió con el kirchnerismo, que es un producto de la crisis dLos claroscuros del modelo económice 2001, y creo que Milei es un producto de lo ocurrido en los últimos años. Ha tenido el mérito de cambiar el rumbo y poner con muy escaso poder político la determinación en un objetivo que es bajar la inflación, con el instrumento de terminar con el déficit fiscal.

–¿Eso ha sido el mayor mérito que ha tenido hasta ahora?

–Sí, y otra cosa que creo importante es haber iniciado con Sturzenegger un conjunto de medidas pro-competitivas, en orden de ganar eficiencia y productividad y de destrabar cuestiones que dificultaban el crecimiento. Junto con eso, los resultados han acompañado, la inflación transita alrededor de 4% mensual; es decir, alrededor de 60% según el dato anualizado, y hemos tenido una recuperación del crédito en términos reales desde mayo y también de la actividad. Va a depender de algunas cuestiones que eso se afirme o no.

–El Gobierno logró el superávit fiscal, una inflación en baja y la aprobación de leyes importantes, ¿por qué se desató entonces en las últimas semanas la desconfianza financiera?

–Toma bastante tiempo –y creo que el Gobierno peca un poco de ansiedad–establecer bases sólidas para reducir la inflación a valores muy bajos. Ya ha avanzado un montón y ahora tiene un superávit primario de 1,7% del PBI, una cuenta corriente que probablemente termine positiva y cero financiamiento monetario del déficit. Tiene ciertas condiciones y ha ido afianzando lo más importante, que es tener un ancla fiscal. Muchos de los episodios de este último período tuvieron que ver con un cierto apresuramiento de la política monetaria. Las dos últimas reducciones en la tasa de pases generaron cierto exceso de liquidez, y eso inmediatamente se vio en una menor acumulación de reservas, en un período en que generalmente es positivo estacionalmente, y en una ampliación de la brecha.

–¿Por qué cree que se apresuraron en bajar la tasa?

–La devaluación inicial, que estuvo bien hecha, redujo el déficit cuasi fiscal y la tasa de devaluación esperada, lo cual permitió bajar la tasa nominal de las Leliq durante un período dado de tiempo. Pero llegó un momento en el cual las bajas sucesivas de la tasa doméstica de interés quedaron por debajo del Rofex, es decir, de la tasa de depreciación esperada. Y cuando uno desarbitra esas dos cuestiones, empieza a haber un cambio de portafolio. Pero hay un montón de otras cuestiones positivas para señalar del balance del Banco Central (BCRA), como no haber reestructurado la deuda. Había muchas cuestiones que eran muy delicadas y que han ido solucionando con mucha pericia.

–¿Por qué el Gobierno decidió bajar la brecha cambiaria con intervención en el mercado paralelo, en vez de volver a subir la tasa interés?

–Ahí empiezan algunas diferencias que tengo con el enfoque del Banco Central y del Ministerio, en el sentido de que ha habido sucesivos cambios en los anuncios de políticas monetarias. Primero teníamos dolarización y banca a la Simons, después tuvimos sustitución de monedas, después tuvimos un crawling peg activo, y ahora se anunció que, además, la inflación tiene que converger a 0%, y que eso será acompañado con un incremento nulo de la base monetaria. Ahí difiero, porque creo que las condiciones para liberar el mercado cambiario son algo diferentes. Se trata de tener reservas suficientes como para poder afrontar algún problema de expectativas, y la medida de vender dólares en el CCL conspira contra esa acumulación escasa que se estaba llevando a cabo. En segundo lugar, hay que consolidar al anca fiscal, en el cual se ha avanzado mucho. En tercer lugar, tener un acuerdo con el Fondo Monetario, pero no suma para eso esta nueva política monetaria de poner como precondición una reducción en la tasa de crawling peg activo y que el crecimiento en la base monetaria sea equivalente a cero.

–¿Por qué cree que se dieron estos cambios de rumbo?

–El Gobierno se apresura a tratar de conseguir que la inflación se reduzca, y las experiencias nos dicen que al principio uno puede reducirla rápidamente y que después toma un tiempo consolidar esa baja, como pasó con los planes de estabilización de Israel, Perú y Brasil. El Gobierno hizo muy bien en eliminar el financiamiento monetario del déficit fiscal, pero lo que no me parece correcto es la idea de que tienen que compensar la base monetaria completamente. Si aumentan las reservas y sube la cantidad de pesos, es lógico que eso ocurra, porque el día de mañana, cuando haya crecimiento, se va a necesitar más dinero para realizar más transacciones. Por otro lado, uno debería esperar mayor institucionalización de un banco central, que sea el banquero central el que hace los anuncios de manera formal, con una comunicación transparente y clara. La menor inflación se está consiguiendo, pero es importante no dar pasos equivocados en ese sentido.

–¿Qué opina del intercambio de pases por letras fiscales de liquidez (LEFI) del Banco Central?

–Lo han hecho en una forma razonable, en el sentido de que ambas, las Lecap y las LEFI, son instrumentos que, si bien tienen otros plazos, pueden ser redimidos en el Banco Central y a cambio de eso obtener liquidez. Pero la liquidez se va a regir un poco por títulos del sector público de la Tesorería, cuando yo creo que los temas de liquidez bancaria debieran ser un instrumento del Banco Central. Dicho lo cual, tanto las Leliq como una serie de bonos que aparecieron en su momento son cosas anómalas, porque no hay otros bancos centrales que emitan títulos propios. Las condiciones han sido razonables. Ahora los bancos no pagan Ingresos Brutos sobre la tasa, con lo cual el rendimiento mejora, y están excluidos de la exposición al sector público. Y tienen esta cuestión contable de que, dado que las letras se colocan con descuento, no van a entrar en el déficit operativo, pero de todas maneras son deuda.

–¿Cómo imagina la salida del cepo, teniendo en cuenta que las reservas del Banco Central son negativas en US$3000 millones?

–Las condiciones para la salida del cepo en mi cabeza son cuatro: no tener el tipo de cambio oficial demasiado desalineado; no tener la tasa de interés demasiado reducida, de forma tal de contar con una demanda de pesos genuina; haber acumulado reservas, y tener un plan con el Fondo. Esto permitiría una apertura del cepo, de forma tal de no tener un fenómeno de overshooting, que es una sobrerreacción del tipo de cambio con todos los efectos negativos que eso tiene sobre los precios y la actividad. Esas son condiciones mucho más importantes que intervenir en el mercado cambiario o una regla de base monetaria igual a cero, que, por otro lado, no se ha practicado en otros países y no ha sido propuesta por otras escuelas. Milton Friedman, por ejemplo, que era un importante profesor de Chicago, proponía una tasa de crecimiento constante, de 3% o 4%, porque eso es consistente con un incremento de la demanda de pesos, cuando el producto crece.

–¿Eso está en línea con lo que decía el ministro Luis Caputo, de que el peso va a ser la moneda fuerte y habrá que vender dólares para pagar impuestos?

–Cuando uno corta el financiamiento del Banco Central al Tesoro tiende a tener una moneda fuerte. Pero las mayores dudas están en la regla de comprar en el mercado oficial y vender el 60% de eso en el CCL para neutralizar el efecto en la base monetaria. Creo que es mejor acumular el 100% y, en todo caso, regular la cantidad de pesos con operaciones de mercado abierto.

–¿Qué se imagina de un acuerdo con el FMI? ¿Podría haber desembolsos en el corto plazo?

–Lo primero que hay que decir es que Rodrigo Valdés [el funcionario técnico del FMI] es una persona sumamente competente, a quien conocemos desde hace mucho tiempo, graduado de MIT. Fue funcionario del banco central de Chile y ministro de Economía. Es muy bueno para la Argentina que sea nuestra contraparte. Debemos trabajar codo a codo con ellos en conseguir lo máximo que se pueda, que es un programa de facilidades extendidas, por el cual podamos acomodar nuestra fuerte cantidad de pagos de deuda que tenemos hacia el futuro. Sí es posible conseguir fondos propios, solicitarlos, pero para eso tenemos que tratar de hacer un esfuerzo por alinearnos en una política económica que sea consistente para ambos. Como acreedores, ellos también tienen sus puntos de vista.

–¿Por qué cree que el presidente Javier Milei lo critica a Valdés?

–Puede haber algo estratégico en el sentido de confrontar para imponer ciertos puntos de vista. En parte es el estilo de nuestro Presidente, que, a veces, como tiene esta enorme fuerza para llevar reformas que no hemos visto previamente y para difundirlas en el público, cosa muy importante, tiene estos excesos respecto de personas que piensan diferente con fundamento y con experiencias previas. Es algo que no suma en general. Debiéramos tratar de tener una relación armoniosa.

–¿Qué cree que piensa el FMI sobre vender reservas para quitar pesos de la base monetaria?

–Tengo la sensación de que creen que queda una serie de distorsiones importantes, como las tarifarias en energía y en transporte, y es importante no sumar nuevas. Es importante no atrasar el tipo de cambio, no tener una tasa de interés demasiado reducida, y acumular US$7000 millones de reservas, como está escrito en el acuerdo, para liberar el cepo lo antes posible. Bajar la inflación del 40% al 20% va a ser un esfuerzo importante adicional, va a tomar tiempo. Pero es muy importante en este proceso recuperar el acceso a los mercados, que ha empezado muy tibiamente en algunas empresas, pero es necesario que el sector público también pueda, de forma de no tener que depender solo de organismos internacionales, o de vender reservas.

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