Más de uno enarcó las cejas en gesto de sorpresa durante el Congreso Internacional de Entrenadores que se desarrolló en Berlín. ¿Jürgen Klopp se retira de la dirección técnica? ¿El descanso que se tomó a partir de que decidió no renovar contrato con Liverpool será definitivo? La duda quedó flotando y solo el tiempo se encargará de disiparla.

La única certeza es que el entrenador alemán no piensa en volver a la actividad en el corto plazo. Con esta postura se descartó como candidato al seleccionado de Inglaterra, que tiene el puesto vacante tras la salida de Gareth Southgate luego de la Eurocopa. A partir de las palabras del alemán, pronto se viralizó la interpretación de que no volvería a los bancos. Quizá sea una conclusión apresurada, aunque tampoco hay que descartarla del menú de posibilidades.

La bomba estalló con las primeras palabras: “A partir de hoy, se acabó para mí como entrenador. No lo he dejado por capricho, sino que ha sido una decisión pensada. Entrené a los mejores clubes del mundo”. Pero a continuación dejó una puerta entreabierta: “Quizás, podamos volver a hablar de ello dentro de unos meses. Sigo queriendo trabajar en el fútbol y ayudar a la gente con mi experiencia y mis contactos. En estos momentos no hay absolutamente nada en términos de empleo. No hay club, no hay país. Algunas personas no deben haber escuchado que quiero un descanso, y sería la mayor pérdida de prestigio en la historia del fútbol si dijera: ‘Haré una excepción con la selección inglesa’. Estoy en el aquí y ahora, disfrutando al 100 por ciento, era hora de dar un paso al costado”.

Las sensaciones ambiguas se extendieron: “¿Volver a entrenar? De momento lo descarto, pero no me siento lo suficientemente viejo como para dedicarme solo al pádel y a los nietos”.

De 57 años, Klopp cerró en junio un ciclo de nueve temporadas al frente de Liverpool, con el que obtuvo una Champions League, una Premier League después de 30 años, un Mundial de Clubes, una FA Cup, dos Copas de la Liga y una Supercopa de Inglaterra. En Borussia Dortmund desafió el poderío de Bayern Munich con la conquista de dos Bundesligas, además de haber alcanzado una final de Champions League.

El 19 de mayo dirigió su último partido en Liverpool, en un 2-0 sobre Wolverhampton. “Me voy en paz de una ciudad maravillosa, muy especial”, dijo sobre la fuerte identificación que alcanzó en un club que lo sumó a la galería de los grandes técnicos históricos, junto con Bill Shankly, Bob Paisley y Joe Fagan, artífices de la anterior época dorada, en las décadas del 60 y 70.

En el fútbol inglés abrió una nueva vía alternativa al Arsenal de Arsène Wenger. “Son como una orquesta. Yo prefiero el heavy metal”, expresó sobre su preferencia por un estilo de presión alta e intensidad, a diferencia del juego más cadencioso y bordado de pases del equipo londinense. Armó un tridente ofensivo (Salah, Firmino y Sané) que fue un martirio para las defensas rivales. Sus laterales, Alexander-Arnold y Robertson, fueron dos pistones incansables. Tuvo en Virgil Van Dijk a su jefe en la defensa. Encontró a su arquero en el brasileño Alisson.

Para su última temporada pidió la contratación de Alexis Mac Allister. “Lo quería desesperadamente”, expresó sobre el campeón del mundo que llegó desde Brighton en una operación por 42 millones de euros. “No tiene techo. Es un jugador súper importante para nosotros, un gran chico. Lo prefiero como 8, pero no estamos en el país de los sueños. A veces tiene que hacerlo de 5 y, sin ser un pivote natural, lo hace en gran forma. Defensivamente también es muy bueno”.

Mac Allister le dedicó unas sentidas palabras de despedida: “Gracias, Jürgen, por todo lo que hiciste por el club, por todos nosotros y por este deporte. Fue un honor aprender y crecer bajo tu liderazgo. Hacer un gol en tu último partido es algo que voy a llevar siempre en mi corazón”. Klopp ingresaba en una pausa a la que ahora le puso suspenso, la incógnita de si será temporal o definitiva.

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