Las elecciones celebradas en Venezuela el pasado domingo están todavía lejos de un desenlace claro, pero su efecto inmediato es un acelerado deterioro del conflicto político y social del país. La negativa del presidente, Nicolás Maduro, a mostrar las pruebas de su triunfo frente al candidato opositor Edmundo González Urrutia ha agravado la crisis interna y ha desencadenado una reacción mundial que, conforme pasan los días, ha elevado la presión sobre el actual presidente desde distintos frentes, todos para exigir transparencia sobre el resultado de la votación.